Barato, simple y funcional, este bolígrafo impulsado en los años 50 por el francés Marcel Bich vende 15 millones de unidades diarias en el mundo.
Aparte de para la escritura, servia tanto como para rebobinar cintas, para esconder chuletas, y sobre todo para lanzar bolitas de papel al compañero. Acabábamos mordisqueándolo hasta destrozarlo, y provocábamos una pompa de saliva dentro de la tinta, que era la muerte del boli.
Ya no hacen cosas como antes…
Que viejos empezamos a ser.
Empezando la primavera a topeee
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Buenas estamos de vuelta al lio despues de unos dias de paron,retomamos la
primavera a tope ya que las carpas estan ganas de jalar y estan muy
fuertes.Algu...
Hace 11 años